domingo, 15 de mayo de 2011

SABOR AMARGO, ACIDO Y SALADO PERO SABOR

del anecdotario Algunos compañeros nos preguntan ¿por qué no tocan canciones de José de Jesús Núñez Molina?, esto no es reciente aunque por medio de la cibernética no los han planteado de nuevo. A lo que siempre hemos respondido que en nuestros primeros repertorios incluíamos “Los Versos del Caracol” en una versión propia. Hubo montajes de algún par de canciones más pero la razón por que en esos tiempos no las interpretábamos es debido a que en casi a todos los lugares en donde éramos invitados a presentarnos nos encontrábamos con José de Molina (su nombre artístico con el que fue mayormente conocido). Lo mismo ocurría con otros cantores y grupos como León Chávez Teixeiro y Judith Reyes que pese a que nos gustaban sus canciones y las sentíamos necesarias, para nosotros era duplicar o hasta triplicar los mismos cantos pues otros solistas y grupos si lo hacían en una repetición constante. Cuantas veces no recordamos escuchar en un festival artístico “Obreros y Patrones” y/o en un acto cultural “Los Restos de Don Porfirio” aunque a veces con arreglos e instrumentaciones diferentes pero al fin y al cabo lo mismo, como si no tuviéramos creación propia o no conociéramos otras canciones. Además basta decir que nosotros teníamos un repertorio propio (de canciones heredadas por el compañero Walterio), y que por motivos de nuestra instrumentación y por agrado éramos más sabrosones. Así nos sucedió en una ocasión durante una huelga obrera en la que nuestro antecesor había sido José de Molina y en nuestro turno posterior al suyo interpretamos “Los Versos del Caracol” aprovechando que no la había cantado y que deseábamos mostrarle en agradecimiento nuestro versión a su propia canción en un estilo más guapachosos y dando pie a la improvisación del solista, esa había sido la “otra, otra, otra” canción con la que terminábamos nuestra participación y en la que de reojo observábamos en un principio su desinterés, después voltear su mirada hacia nosotros mientras firmaba algunos discos, sonreír y saludarnos con su sombrero hasta que finalmente mostrarnos su enojo y es que recién terminábamos de tocar nuestro compañero Nico le quita el micrófono al maestro de ceremonias y se pone a criticar a los artistas que vienen a vender sus discos en ves de ofrecer su solidaridad, Desde luego que no era una posición del grupo sino uno más de sus arrebatos con el cual de vez en cuando nos metía en problemas. Después de guardar los instrumentos algunos de nosotros lo fuimos a buscar para aclarar la situación pero ya no lo encontramos. Nos quedo entonces un sabor amargo. José de Molina antes que dedicarse a la cantada fue un actor pero no encontró en esos tiempos la manera de desenvolverse en ese campo artístico, con el comienzo de su carrera como compositor y solista se encontró con la nula posibilidad de que alguna compañía disquera grabase sus canciones y que las compañías de corte independiente no existieran en México, no teniendo mas remedio que crear su propio sello “Nueva Voz Latinoamericana” y vender los discos por su propia cuenta ya que la distribución por medio de librerías y tiendas era muy reducida, le dejaba menor ingreso y le esclavizaba en un trabajo de grabación, maquinación, entrega y demás. Tenía que convertirse en empresario o sea patrón y tener sus trabajadores asalariados o sea sus obreros. Y como las ventas no eran demasiadas ni tampoco existía el suficiente dinero para invertir y producir mayores cantidades que le redujeran los costos y le incrementaran las ganancias, pues el llegaba a un acuerdo económico-solidario con quienes lo invitaban a participar en un evento. El solía decir que nunca cobraba por cantar, para eso se basaba en el dicho de “según es el sapo… según es la pedrada” y a cambio de equis cantidad de discos que le adquiriesen a equis precio el se presentaba, claro que como a veces era requerido en lugares lejanos por cuestiones de tiempo, transportación, hospedaje y comidas pues tenía que haber una manera para cubrir los costos de avión, hotel y demás. Creando así su propio sistema de subsistencia recorrió casi por completo el país, algunas ciudades de los Estados Unidos y algunos otros lugares más de Latinoamérica y Europa. En sus grabaciones le dio una variación al estilo acostumbrado al incluir la voz propia o de otros con textos que complementaran la canción, grabo 12 discos pero suficientes para testimoniar los movimientos sociales desde los años 60’s hasta el levantamiento zapatista de 1994, sabiendo el mismo de sus limitaciones técnicas y académicas invito a otros músicos a colaborar en los arreglos e incluso a compartir el acetato como sucedió con Amparo Ochoa, Othoniel Llamas, Los Nakos y otros. Esta discografía comenzó en 1971 con “Cánticos y Testimonios” y la primera vez que Amparo Ochoa grabara algunas canciones, será en ese mismo año en donde Amparo Ochoa graba su primer disco como interprete solista en el álbum editado por la RCA “De la Mano del Viento” titulo de la canción de la autoria del propio José de Molina. Eran los años en que existía una colaboración muy estrecha junto con el nacimiento de colectivos como el Grupo Arte Colectivo en Acción en donde podíamos escuchar los versos del poeta Leopoldo Ayala y a José Molina cantar mientras el pintor José Hernández Delgadillo trabajaba con sus murales. Pero también eran los años en que se recrudece la represión mediante la guerra sucia y el aniquilamiento de los movimientos armados por parte del gobierno mexicano. José de Molina deja en su discografía un testimonio de la lucha guerrillera, desde Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas hasta el Ejercito Zapatista de Liberación. Ese fue el sabor acido de su canto rebelde. Los días 10 de Junio y 2 de Octubre son fechas importantes para el calendario de la izquierda mexicana, porque no solo es recordar a los compañeros caídos en aquellas masacres y exigir justicia sino reafirmar los logros y conquistas de los movimientos estudiantiles más importantes y trascendentales del siglo pasado. Sea quien sea el convocante no faltan los mítines, las marchas y las manifestaciones por las calles céntricas de la ciudad de México, ya sea con rumbo a Tlatelolco, al Zócalo o partiendo del Casco de Santo Tomas. Asimismo se celebran diversos actos culturales en donde siempre se contaba con la presencia de José de Molina. Allá por los años 80*s nosotros trabajábamos activamente junto con otros grupos artísticos en la construcción de una coordinadora de trabajadores de la cultura, estos trabajos no eran solamente las reuniones y discusiones de proyectos, sino que también era el apoyo al trabajo de los foros y paralelo al empuje de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA), la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), la Coordinadora Nacional del Movimiento Urbano Popular (CONAMUP) y la Coordinadora Sindical Nacional (COSINA), comenzamos a ser participes en las marchas como un contingente y a la vez elaborando volantes artísticos (en donde una comisión redactaba el texto-poesía estilo creación colectiva), esto fue desembocando en un solo programa artístico, es decir una presentación por medio de un guión en la que se hilvanaban y mezclaban música, poesía y teatro. Así se decidió participar en 1981 en la marcha del 2 de Octubre que culminaría en Tlatelolco y al final de esta nos trasladaríamos al atrio de la iglesia para hacer nuestro show. Fueron días de ensayo previo y momentos antes de comenzar la presentación hace acto de presencia con su guitarra José de Molina dispuesto a echarse unas canciones, quedaban menos de un cuarto de hora para que iniciáramos y entre los grupos se hacia el consenso y la decisión de que hacer ante esta eventualidad, por unanimidad se aprobó negarle su participación, pero para nuestra mala fortuna nos comisionaron (en el papel de cuates) para hablar con el y explicarle la situación (el más indicado por su amistad era el Llanero Solitito, pero en esta ocasión el no participaba en el evento pues tenía que estar en el hospital para el nacimiento de su hija) y ya se imaginaran los diálogos y las expresiones de algo que se estaba volviendo rispido, finalmente el acepto y con la guitarra al hombro se alejo. Algunos temían que por su carácter hiciera su show como cuando ocurrió en uno de los Festivales de Oposición efectuados en el Palacio de los Deportes en donde el había puesto un stand de sus discos y no había sido programado en ninguno de los foros y animado por jóvenes que lo conocían se dispuso a “tomar” un foro para cantar, la gente de seguridad se lo estaba impidiendo por lo que comenzó armarse el alboroto al grado de contar con la intervención de uno de los jerarcas del Partido Comunista que al ver el apoyo con que contaba finalmente lo dejo que cantara. Y este temor se debía a que ya teníamos una buena parte del publico que se estaba aburriendo con los rollos de los oradores y buscando acomodarse al frente. Y en efecto éramos cuates de José de Molina, porque a donde quiera que íbamos nos lo seguíamos encontrando y siempre buscábamos aclarar los malos entendidos pero nuestra amistad tenia un sabor salado. Pasaron casi 4 años y entonces nos dejamos de ver con esa continuidad, pero no fue motivado porque el se haya enojado con nosotros sino porque el cambio de la instrumentación de lo acústico a lo eléctrico nos traslado a otros foros. Fue durante una presentación en las ruinas del terremoto de 1985 en un acto con las costureras días después de aquella tragedia del 19 de septiembre, cuando nos topamos con el de nueva cuenta. Lo primero que hizo fue preguntarnos por demás compañeros del gremio e intercambiar informaciones al respecto. Su carácter era diferente, para nosotros no desconocido pues años antes cuando se convoco a la formación del Comité Mexicano de la Nueva Canción, lo vimos no en las butacas del auditorio del CREA, sino en el estrado, compartiendo la mesa directiva al lado de Rene Villanueva, Gabino Palomares y Julio Solórzano entre otros. Este nuevo reencuentro ayudo para que nosotros ahora fuéramos los que lo buscáramos a el en los primeros días del año de 1986, teníamos ya en la mano las cintas de nuestra primera grabación y solo nos faltaba la maquila, habíamos tocado puertas con diversas disqueras pero no había una respuesta positiva, otras gentes del mismo gremio nos trataban de aventar sus asesoráis, consejos y demás pero al fin de cuentas le daban vueltas al asunto sin resolver nada. Fue con José de Molina con quienes se nos dio esa posibilidad y gracias a su ayuda pudimos al fin de cuentas editar nuestro primer casete que en este año cumplió 25 años, la grabación no entro dentro del catalogo de sus discos, pues para ese tiempo ya solamente editaba sus propios discos. Meses después de haber salido “Llegaron los del Salario Mínimo” el fue quien nos busco para ofrecernos participar en su siguiente disco “Terremoto” en el cual le faltaban dos temas: “El Camaleón” y “Al Tambor de la Alegría”. Para nosotros era un gran honor el participar en la grabación, ya se nos había cebado primero con los compañeros del grupo Apax Chacan de Querétaro, después con León Chávez Teixeiro y ahora que teníamos esta oportunidad con José de Molina se nos truncaba también puesto que era muy poco el tiempo para hacer los arreglos, montaje e ir al estudio y a que nosotros estábamos en una constante actividad y por los compromisos contraídos y los tiempos nos impedían nuestra participación. Pero mas que la respuesta negativa que le dimos a el, nos dolió que el compañero encargado no manejo bien la situación y dejo este asunto en un mal entendido. Si bien teníamos ya planeado hacer la siguiente producción “El Partido Proletario”, había la opción de que se le propusiera hacer con tiempo un disco conjunto compartiendo créditos y demás en lo que sería la continuación o segundo volumen de “Salsa Roja” al que quizás le llamaríamos “Sabor amargo pero sabor”. Paso así casi una década en que la relación se había enfriado, no fue sino posterior al alzamiento de los zapatistas en que pudimos conversar con el y aclarar situaciones. Entonces volvimos a ver el rostro de ser humano que el tenía, sus esperanzas y también sus temores al aniquilamiento de la lucha de los Zapatistas y del Subcomandante Marcos. Edito de manera emergente “De Chiapas con Amor” lo que a la postre sería ultimo disco. Nos platico de algunos otros proyectos como el establecer un Centro Cultural y quedamos en la posibilidad de hacer un disco con el. Como actor obtuvo los recursos para manejarse en un escenario y que le eran necesarios pues sus presentaciones eran acompañadas por su guitarra, por eso mostraba un carácter fuerte y hasta radical en el foro, también motivado por los golpes recibidos, mismos que lo llevaron a una sorpresiva muerte en el año de 1997. José de Molina es un cantor popular rebelde y combativo que a nosotros siempre nos dejo su sabor dulce, a pesar de la amargura, la acides y lo salado que nos ha tocado vivir.